El último párrafo de mi artículo del pasado mes de septiembre concluyó así:
“La OPTITUD no es una emoción ni un estado de ánimo. Es una distinción que te permite gestionar tu emocionalidad para alinearla a una respuesta inteligentemente positiva ante circunstancias ajenas o no, a tu voluntad”.
Las distinciones son herramientas de intervención en los procesos de coaching. El lenguaje forma parte del proceso de pensamiento. A través de él, denominamos y damos significado a las cosas, distinguiendo entre aquello que nombramos. Por un lado, sólo podemos observar lo que somos capaces de distinguir como algo diferente y cuando sabemos distinguir entre las cosas, adquirimos un aprendizaje que nos permite ver más allá, ampliar nuestra mirada y modificar nuestras acciones.
Los coaches buscamos que la persona adquiera la habilidad de analizar la realidad desde otra perspectiva, que encuentre nuevas opciones y soluciones a las diferentes situaciones. Por ello es importante conocer las distinciones del lenguaje.
Hay muchas clases de distinciones, pero aquí solo voy a enfocarme en una de ellas: la Sinceridad, diferenciándola del “Sincericidio”. Para ejemplarizarla, utilizaré la siguiente anécdota atribuida a Francisco de Quevedo, caballero de la corte, famoso tanto por sus versos, como por sus constantes querellas y aventuras.
Cuenta la anécdota que en un mesón madrileño surgió una apuesta entre varios caballeros: la de atreverse a decirle frontalmente a Doña Isabel, Reina de España, que era coja. Una afección infantil había dejado parcialmente inmovilizada su pierna izquierda. Este único defecto se evidenciaba en su caminar y ella detestaba que se hiciera mención del hecho. Quevedo aceptó la apuesta. Ante la mirada de propios y extraños se presentó ante la Reina con dos flores distintas y, con la firmeza que lo caracterizaba, le dijo: “Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad es-coja”. Quevedo no mintió. Sin importar cómo se interprete la frase, no hay mentira en ella. Sus palabras tampoco hirieron a la Reina y ganó la apuesta.
La situación nos permite hacer una distinción entre hablar con la verdad y humillar con la verdad. Sinceridad es hablar con la verdad. Sincericidio es usar la verdad para hacer daño, humillar a otros, o a uno mismo. Ambos conceptos son totalmente diferentes; sin embargo en la práctica, es difícil distinguirlos.